viernes, septiembre 24, 2004

Mirada ausente

Siento el vértigo en el estómago. Algo está tirando de mí hacia atrás y me sacude. Es inmensamente fuerte, irresistible. Mi cuerpo parece liviano, grácil, pero no me obedece, parece moverse por algún capricho que me es ajeno.
Oscuridad, frío... La negrura me envuelve. Abro los ojos y entonces lo comprendo. Caigo... caigo... caigo... un descenso sin fin. El dolor en el estómago aumenta y sólo puedo dejarme llevar por la gravedad. Nada a mi alrededor, únicamente existe mi caída.
Voy cogiendo más velocidad y la cabeza me da vueltas. El dolor es insoportable, está en mi interior y se niega a salir.
Entonces choco con algo que detiene en seco mi trayectoria. Me hundo, es líquido. No he conseguido coger aire y me falta el oxígeno. Agito los brazos y las piernas con fuerza, pero no encuentro la superficie. Noto la presión en el pecho, empiezo a ahogarme. Braceo desesperadamente pero es inútil. Mis pulmones arden, no aguantaré mucho más. No consigo reprimir el acto reflejo de inspirar y trago agua. Es salada, ¿estaré en el mar?
Entonces todo empieza a agitarse con violencia. Soy arrastrado como un cuerpo sin vida, por la fuerza de un mar encrespado. Y me doy cuenta de que no puedo encontrarme en el mar. Veo con claridad, es demasiado transparente. Miro a mi alrededor y observo que todo este líquido está en el interior de un inmenso recipiente cristalino, el cual está inclinándose. Una corriente empieza a conducirme de manera vehemente, en la dirección que se está inclinando todo. Me dejo llevar, tengo la sensación de estar surcando unos rápidos. El líquido empieza a derramarse fuera del recipiente y al aproximarme más al límite, veo que va a parar a una enorme abertura completamente en tinieblas, como si se tratara de un agujero negro, absorbiendo cuanto le rodea y haciéndolo desaparecer. Y quién sabe donde irá a parar. Otro lugar, otro momento, otra dimensión, a la nada...
Sin tiempo para nada más, salgo del objeto cristalino empujado por el chorro y vuelvo a caer. Intento aferrarme a algo sin ningún éxito y me dirijo sin poder evitarlo al tenebroso orificio. Araño el aire para intentar detenerme, pero la oscuridad de esa gigantesca boca me engulle.

...
Un alarido resuena en mi cabeza.
...

Vuelvo a dejar el vaso encima de la barra. Llevo toda la noche aquí, bebiendo de este vaso que lleno con mis lágrimas, con la única compañía de la tristeza y la soledad. La mirada se me vuelve a perder, aunque la mente sigue fija en ti. No quiero volver a verte, no quiero saber más de ti, si acaso olvidar que existes. Y deseo volver a escucharte, volver a tocarte, sentirte cerca de mí. Deseo verte aparecer por esa puerta.

Rorschach, 24/09/2004


2 comentarios:

Rorschach dijo...

Autor original: Teresa

inquietante y bello, me gustó mucho..

(comentario importado del antiguo Haloscan)

Rorschach dijo...

Autor original: Rorschach

Gracias Teresa :)

(comentario importado del antiguo Haloscan)