“Crono se casó con su hermana Rea, a la que está consagrado el roble. Pero la Madre Tierra y su moribundo padre Urano profetizaron que uno de sus hijos le destronaría. Por tanto, cada año engullía a los hijos que Rea daba a luz: primero a Hestia, luego a Deméter y Hera, y después a Hades y Posidón.
Rea estaba furiosa. Dio a luz a Zeus, su tercer hijo varón, en pleno noche en el monte Liqueo de Arcadia, donde ninguna criatura proyecta su sombra, y, habiéndolo bañado en las aguas del río Neda, se lo entregó a la Madre Tierra. Ésta le llevó a Licto, en Creta, y lo ocultó en la cueva de Dicte, en el monte Egeo. La Madre Tierra lo dejó allí para que lo criaran las ninfa del fresno Adrastea y su hermana Ío, hijas ambas de Meliseo, y la ninfa-cabra Amaltea. Se alimentaba de miel y bebía la leche de Amaltea con el chivo Pan, su hermano adoptivo. Zeus estaba agradecido a estas tres ninfas por su bondad y, cuando se convirtió en el Señor del Universo, colocó la imagen de Amaltea entre las estrellas como Capricornio. Asimismo tomó prestado uno de sus cuernos, similar al de una vaca, y se lo regaló a las hija de Meliseo, cuerno que pasó a ser la famosa Cornucopia, o cuerno de la abudancia, siempre lleno con toda clase de comidas o bebidas que su dueño desee.
(...)
En torno a la cuna dorada del niño Zeus, que estaba colgado de un árbol para que Crono no lo encontrara ni en la tierra, ni en el cielo ni en el mar, permanecían los Curetes armados, hijos de Rea. Se golpeaban las lanzas contra los escudos y gritaban para amortiguar el llanto del niño, por temor a que Crono pudiera oírle desde la distancia, pues Rea había envuelto una piedra en pañales y se la había dado a Crono en el monte Taumacio de Arcadia, haciéndole creer que lo que se iba a tragar era el recién nacido Zeus. Sin embargo, llegó a oídos de Crono lo que había sucedido y persiguió a Zeus, quien se transformó en una serpiente, y sus nodrizas en osas; de ahí las Constelaciones de la Serpiente y de las Osas.”
Extraído del libro que todos sabéis...