Casi me da reparo seguir con los post debido a la calidad de los poéticos comments que estáis dejando. Pero luego he pensado: “Ey, en este post también podrán seguir escribiendo más de esos bellísimos comments”. Así que ya sabéis.
El domingo pasado se disputó la final de los 100 metros lisos masculinos. En los momentos justo anteriores a la carrera se podía ver en los corredores una gran tensión y cada uno la llevaba de distinta manera. Unos estaban tremendamente concentrados, fríos, con la mirada fija al frente. Otros no paraban de dar vueltas, gesticulaban, iban para un lado, para el otro, parecían leones encerrados en una jaula. Pensaba en la cantidad de adrenalina que les recorrería el cuerpo. Movían las piernas para tenerlas calientes, estiraban... Y todo esto mientras los van presentando y van saludando al público. Y llega el momento en que les dicen que se preparen y se coloquen en la salida. Yo no sé como no les devoran los nervios. En completa tensión, todos los músculos preparados, una atención máxima esperando el pistoletazo de salida. Tantas horas, meses, años de entrenamiento, sufrimiento, dedicación, sacrificio, para arriesgarlo todo en tan breves momentos. No se puede cometer ni un solo fallo. Y bam! Sin que te dé tiempo a reaccionar ellos ya están en plena carrera. Es algo fugaz, tan breve que pasa ante tus ojos casi sin darte cuenta. Y para ellos seguro que son los diez segundos más largos de su vida porque en esos instantes el tiempo parece alargarse, avanzando de una manera más lenta de lo normal, dando la sensación de que nunca llegarás a cruzar la meta. Pero sí que llegan, uno tras otro. Unos lloran, saltan, caen al suelo. Otros intentan recuperar el aliento como pueden, esconder su cara de desilusión o simplemente desvanecerse.
A veces me pregunto que se debe sentir al ser el campeón del mundo, saber que nadie te puede superar o como dice alguien, ser el mejor en lo que haces.
Y desearía poder correr tan rápido como el viento, sentirme eléctrico, raudo, ligero, dejando todo atrás en un instante. Alcanzar el horizonte, avanzar sin parar sintiendo el aire acariciando mi cara. Como me gustaría ponerme en la piel de Flash, Mercurio...
Y el mismo día en que Justin Gaitlin se proclamó el hombre más rápido del mundo yo acabé de leer “Asesinato de calidad” de John Le Carré. No es que se pueda comparar la hazaña de uno y otro pero es lo que hay.
El libro me lo dejó Quinn hace un tiempo tras comentarle que tenía ganas de leer alguno de espionaje. La cosa es que precisamente este no es de espionaje (creo que es el único de Le Carré que no lo es) sino un relato policiaco (Quinn no recuerdo si ya me lo dijiste). Así que otra vez será.
“Asesinato de calidad” es su segundo libro y en él podemos “ver” la investigación de un asesinato en una public school por parte de Smiley, un antiguo espía del servicio secreto británico (y que saldrá hasta en nueve libros de Le Carré). El libro es entretenido pero tampoco es para tirar cohetes. Lo que más me gusta del libro es como consigue dotar a la ciudad de vida propia. Es como si los personajes hubieran sido absorbidos con el tiempo por ella, llenándolos de hipocresía y decadencia.
Otra cosilla. Parece que Haloscan está intentando boicotear el Club de la Lucha entre Poetas. Han habido diversos fallos en todo Haloscan como una caída total del sistema de comentarios o la falta de actualización del número de comentarios del post. Pero tranquilos, no podrán con nosotros.
Entre unos amigos habíamos hablado de rodar algún gag al estilo Monty Python y Quinn y yo ayer comentábamos como haríamos uno basado en el Club de la Lucha entre Poetas. Tenía muy buena pinta y estaría muy bien hacerlo, lástima que ninguno de nosotros tenga dotes para estar delante de una cámara (yo no consigo aguantar la risa) y no tengamos muchos medios. Pero ya se verá que podemos hacer...
Una pregunta: ¿Cómo se puede echar tanto de menos algo que nunca se ha tenido?
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