El cénit de la incomprensión

Llega un momento en la vida de una persona en que las cosas dejan de tener sentido. Esto se conoce como el Principio de Incertidumbre. Todo aquello que creíamos conocer, que parecía tan lógico, se vuelve incomprensible. Dejamos de entender a las personas, la política, las matemáticas, la filosofía, la religión, la ética, los hombres, las mujeres, la economía, los descuentos, los 2x1, los 3x2, el amor, el coleccionismo, las palomitas, los cangrejos, la prensa del corazón, los famosetes casposos, el hambre, el azar (quizás destino), la promiscuidad, al Pato Donald...
Todo se vuelve demasiado complicado.

Quizás creamos entender algo pero no es más que una ilusión, una quimera, un autoengaño. Sólo somos simples humanos, ¿cómo pretendemos llegar a conocer algo?

El descubridor de esta transición fue el físico Werner Heisenberg que expuso este principio según la mecánica cuántica. Pero bajo la teoría de que jamás podríamos conocer la posición de un electrón sin un margen de error se escondía mucho más.
Su idea fue brillante porque, ¿que hay más abstracto que un simple electrón? Con ello se podía englobar todo, cualquier cosa que se nos ocurriera, desde lo material y cercano a lo más metafísico.
Y también fue un hombre previsor porque sabía que esta verdad sería demoledora, más de lo que podríamos aguantar. Así que era mejor darlo a conocer al mundo de esta manera y que con el paso de los años la humanidad la fuera asimilando a un ritmo pausado.

Pero ésta es sólo la primera fase. La incertidumbre crece gradualmente hasta lo que conocemos como el Cénit de la Incomprensión. Una vez llegada a esta etapa todo razonamiento es imposible y la demencia se apodera del infeliz.

Creo que estoy a dos pasitos de llegar al cénit de la incomprensión...