Sacrilegios musicales

Debo reconocer que los que eligen las canciones que cantan los triunfitos en las galas tienen buen gusto. Vamos que hay un poquito de todo, unas clásicas, otras modernas, diferentes estilos y todo el mundo sale contento.
Pero poniendo de ejemplo lo del jueves, con algunas versiones que hacen cometen auténticas carnicerías y barbaries.

Tengo que reconocer que para la música tengo ciertas manías, aunque muchas las estoy consiguiendo superar tras muchos esfuerzos. Una en concreto es que era incapaz de parar una canción antes de que acabara. Era superior a mis fuerzas, era una herejía. Ahora ya soy capaz de hacerlo más tranquilamente, pero si hablamos de mis clásicos ya es otra historia. Tiene que ser por causas superiores y aún así me dan sudores fríos y temblores en la mano al ir a hacerlo...

Pero a lo que iba, ayer asistimos al proceso de encasillamiento definitivo de los “cantantes” cuando después de una baladita rock (para mí las mejores con mucha diferencia (junto con las de blues) por tener una fuerza y un desgarre sin igual, pero eso ya es otra historia...), por fin a Víctor le dieron una canción hard-rock, un clásico de los 80, que aunque posea esa cierta empalagosidad que inundó la música de esa década, tenía su aquel poderla berrear con alguna cervecita de más. Todo un “The Final Countdown” de Europe. Y me quito el sombrero ante tal atrevimiento (aunque sea dicho de paso ya era maldita la hora después de... cinco ediciones?), pero... cómo se atrevieron a hacer semejante sacrilegio!! Cómo pudieron cortar de cuajo, a la mitad y sin miramientos, el solo de guitarra!! Aaaaaarrrghhh, por diossssss
Es como... estar en plena pasión desfogada con tu pareja y de repente vaya y diga, ah, mira, que ya no me apetece. Paso.
Aaahhh, pero que diceessss.
O como si en pleno trayecto hacia la cumbre del orgasmo de repente, raassss, hachazo!
Joder, que eran veinte segundos más de reloj. Que les costaba... Para eso no haberlo empezado hombres. Que manera de cortar el rollo.

Pero el mayor destripamiento cometido fue el de esa supuesta “versión” que hicieron de “These boots are made for walking” de Nancy Sinatra. Oh, como mola esta canción, decía emocionada la cantante. Sí, es country total, le respondió un profesor.
Eehhh, perdón? Country??? Country??? Venga ya, pero que leches hablan. Desde cuando ha sido country esta canción.
Y mira que Edurne me cae muy bien, pero lo que me está tocando ya las narices es que en todas, todas las canciones tenga que actuar como si en cualquier momento fuera a masturbarse encima del escenario. Que sí, que es muy maja, pero vaya imagen de zorrona estás vendiendo mujer...
(Aunque ahora echando un vistazo por internés creo ver la culpable de todo. Y es que una tal Jessica Simpson (que por lo que recuerdo está de muy buen ver) ha hecho una versión para una reciente película americana. Y claro, ya me veo a todo el mundo diciendo que chula está la canción de la Simpson sin tener ni puñetera idea de que era de una tal Sinatra. No sería la primera vez...)

Pero a los profesores de OT hay que hacerles una profunda reverencia porque es evidente que enseñan mucho más que cantar. Porque aunque mis ojos estupefactos no eran capaz de asimilarlo... había expresividad en la mirada de Fran!! Atónito me quedé. Pero dónde estaba aquella mirada de pez, vacía, que se perdía en la inmensidad (clavadita a la de Carlos Moyá, los cuales son dos gotitas de agua). Y que me perdonen las fans del muchachote pero cuando dejaba la boca abierta y con esa mirada... ponía toda una cara de pescado.

En fin, hay que ver como cambian las cosas.
Y ahora que ya me desahogado un poco, permitidme que me vaya a poner un poco de música.
It’s the fiiinaaal coouuntdooown!!