De lectura y oportunidades perdidas

“Los libros hay que leerlos tan pausada y cautelosamente como fueron escritos” Henry David Thoreau

Esta frase quizás pueda servirme de excusa por ser un lector tan lento. Pero puede que al fin y al cabo tenga una explicación. Parece darse la coincidencia de que cuanto más rápido leo, más rápido olvido lo leído y teniendo en cuenta mi pésima memoria, podemos estar hablando de un período de tiempo extremadamente corto. Ahora bien, está claro que acabaré por olvidarlo. Entonces, sería aconsejable acelerar la marcha, aún a costa de poder perder algún matiz o detalle, para abrirnos la posibilidad de una futura relectura?
Supongo que la respuesta se encuentra en seguir practicando con la lectura y en el deseable término medio.
(Y ya que estoy... alguien conoce de algún libro, técnica o milagro para mejorar la memoria???)


“...Pero las oportunidades perdidas forman parte de la vida igual que las oportunidades aprovechadas, y una historia no puede detenerse en lo que podría haber sido...”
Paul Auster – “Fantasmas. La trilogía de Nueva York”

Oportunidades perdidas... Tan difíciles de olvidar. Están ahí para burlarse de ti y recordarte lo que no pudiste o no te atreviste hacer. Pero tal vez sea mejor tenerlas bien presentes e intentar que la próxima vez que se presente una oportunidad semejante la agarremos con fuerza y no la soltemos por nada del mundo. Si por lo menos el recuerdo no se mofara de mí en la cara...
Hay que ver lo que son las vivencias personales. Una película como “La comedia sexual de una noche de verano” de Woody Allen, que como su título indica es una comedieta ligera y amena, para mí fue la más lenta de las agonías, una cuchillada en pleno corazón y un retorcerse de dolor (bueno, sí, vale, era para que os quedara claro). Y es que aparezca un fantasma del pasado, así tan de repente y sin avisar, puede ser mucho más doloroso que terrorífico.

(Nota mental: No vuelvas a escribir de madrugada...)