miércoles, junio 29, 2005

Su nombre era Juan

Cuando conoces a una persona que está viviendo al límite, cuando mantienes una conversación mirándole directamente a los ojos, todos tus problemas te parecen completamente absurdos, nimiedades sin sentido.

Se me acercó hace unas noches después de salir del trabajo, mientras hablaba con un amigo en la esquina de mi manzana. Tenía la piel morena y curtida, cabellos oscuros y unos ojos negros y profundos como pozos. También desprendía cierto olor a alcohol pero no parecía mal tipo. Ya me había fijado en él antes, cuando estaba con su mujer, la cual estaba sentada en la acera con una botella de cerveza.
Vino a pedirnos algo de dinero y yo sin rodeos le pregunté para qué era. Me contestó que tenía que hacer una llamada urgente. Soy de Granada y tengo a mi familia allí. Creo que algo grave ha pasado. No sé si mañana tendré que salir como pueda para allá. Pero la familia es lo más importante.
Me dijo que necesitaba más pero que se conformaba con una moneda. Y se la di.
Entonces no paró de agradecérmelo, de mostrarme todo su afecto y de prometerme que si en un futuro nos volvíamos a ver me lo compensaría con creces. Yo sinceramente le respondí que no era nada. Porque no fue nada, sólo una miserable moneda.

Poco después lo vi pasar para pedir más a otra gente. Al volver le miré y me dijo con una cara repleta de felicidad que había conseguido el dinero.
Y empezamos a conversar.

Me contó que era una buena persona, pero que no sabía lo que tendría que hacer cuando llegase ahí. Estaba dispuesto a cualquier cosa (supongo que ya conocéis que la ley gitana sigue un camino diferente al de la ley judicial).
Noté que tenía que desfogarse, así que lo dejé hablar y me dediqué a escucharle. Y entre cosas y asuntos recorrimos parte de su vida. Su estancia en una plataforma petrolífera, en el ejército, como trabajó de camarero, aparcacoches, peón...

Yo ya me he encontrado con mucho mentiroso o fantasmón, de los que cuanto más te cuentan menos te crees. Pero no quería dudar de lo que me estaba diciendo. Si él me contaba algo, yo asentiría y lo trataría como cierto. Quién era yo para dudar de sus palabras. Y menos esa noche.
Y mientras seguíamos hablando el mantenía fija su mirada. No la apartaba para nada, ni giraba su cabeza, ni siquiera parecía parpadear.

Puedes ser una buena persona pero el hambre te vuelve loco.

Su expresión cambiaba totalmente cuando hablaba de lo que quizás tendría que hacer al volver a Granada, de algunos desencuentros con algunos curas “caritativos” o de sus días en la plataforma. La agresividad entonces le brotaba por los poros y se acercaba a escasos centímetros de mi cara. Me sorprendí de mí mismo cuando me percaté que en esos momentos no retrocedía ni un paso y continuaba mirándolo directamente a los ojos.

Durante nuestra charla en algún momento se me pasó por la cabeza un por favor, que no sea él al que tuve que sacar de mi edificio hace poco. Os lo explicaré brevemente para no extenderme más de la cuenta (más aún, debería decir) y si queréis otro día os lo cuento con más detalle. Resumiéndolo mucho una madrugada escuché gente en mi escalera y salí para obligarles a marcharse del edificio. No les llegué a ver, ni ellos a mí, pero fue una noche movidita.
Aunque por una historia que me contó que vivía de okupa y que tenía dos hijos me debía indicar lo contrario, algo en mi interior me decía que seguramente sí eran ellos.
Cuando vino la primera vez hacia nosotros, ya lo vi de refilón acercarse y pensé algo muy parecido a lo que os he contado antes pero en un tono muy diferente. Algo así como un joder, que no sea él al que tuve que sacar de mi edificio hace poco. Me limité a asentir y responder con algún ajá, para intentar que no me reconociera, pero cuando vi que no lo hacía y que se tomaba más confianza dejé de ser tan cauto.
Y poco a poco cambió el tono de esa frase de mi cabeza por algo más parecido a una súplica.

También me dijo que a pesar de haber nacido en Granada él quería que echaran sus cenizas en Santa Ponça. Allí había sido muy feliz años atrás (y sus ojos le brillaron al recordar esto).

Cuando nos despedimos todos, nos dimos las manos, le pedí su nombre (Juan se llamaba), nos presentamos formalmente, me volvió a mostrar su agradecimiento y deseándonos todo lo mejor nos separamos.

Pero yo al entrar en el portal de mi casa, sentado cabizbajo en la escalera, no podía evitar sentirme culpable y de que podría haber hecho mucho más por él.

Te deseo todo lo mejor, Juan. Y que las cosas te cambien para bien.

8 comentarios:

Rorschach dijo...

Autor original: brianda

Una historia fascinante. Y estoy completamente de acuerdo en el primer párrafo. Gracias por recordarme algo que estaba empezando a olvidárseme ya :)

(comentario importado del antiguo Haloscan)

Rorschach dijo...

Autor original: keleta

Está genial tu post. Yo creo que hiciste todo lo que pudiste por él y no solo por las monedas. Ya sabes, escuchar.
Hay cantidad de gente que tiene ganas de hablar y de ser escuchado sin recibir comentario alguno. A veces creo que las personas necesitamos contar nuestras historias a una persona ajena a nuestra vida, que no conozca nada de tí ni de tu mundo; y además creo que aparece en momentos delicados, como probablemente pasaba Juan.
Creo que estuviste estupendo ;) Y creelo cuando te lo agradeció tanto.

Ui, que tostón. Uns besets.

(comentario importado del antiguo Haloscan)

Rorschach dijo...

Autor original: Rorschach

Brianda: De nada ;) Pa eso estamos jejeje

Keleta: Ya, estoy de acuerdo en q a veces no queda más remedio q sacar todo lo q llevamos dentro, contarlo a alguien para desahogarnos. Es incluso saludable. Y quizás lo q tenga un desconocido (al igual q algunos amigos) es q seguramente no te mirará mal ni se atreverá a criticarte.
Pero no sé, yo tenía esa sensación. Y seguramente era por algo.

Muchos besos

(comentario importado del antiguo Haloscan)

Rorschach dijo...

Autor original: Blackie

Uy, yo con la cagada que soy, veo que se me acerca y me las piro jajajaja.

¿como han ido los examenes? ay, no sabes las ganas que tengo de jugarrr jojojojo :-P

Un saludín

(comentario importado del antiguo Haloscan)

Rorschach dijo...

Autor original: Hermosa

Me has hecho llorar. Me has recordado a alguien muy muy muy cercano a mí. De la mitad de mis genes paternos.

(comentario importado del antiguo Haloscan)

Rorschach dijo...

Autor original: shered

Simplemente genial, como siempre que la realidad supera a la ficción :)

Saludos!

(comentario importado del antiguo Haloscan)

Rorschach dijo...

Autor original: Rorschach

Blackie: Pos han ido más o menos. Al final no la he cagado del todo :p

Posss yo ya he empezado a preparármelo :) jejeje Mañana (o sea hoy :p) os llamo y hablamos ;)

Hermosa: Vaya, lo siento. No pretendía eso. Espero q estés mejor.

Abrazos!

(comentario importado del antiguo Haloscan)

Rorschach dijo...

Autor original: Rorschach

Sip Shered, no hay nada como estas dosis de realidad q parecen más un sueño q otra cosa :)

Saludos!

(comentario importado del antiguo Haloscan)