Capítulo I : Viajando en una Estrella Remota

La habitación estaba débilmente iluminada y con los sistemas de soporte vital que controlaban la temperatura a un nivel bajo para ahorrar energía, al igual que el resto de la nave. Pensaba que debía ser el primero en dar ejemplo.

El capitán Keleman Ciro se encontraba en su camarote delante de la mesa de trabajo. Su cara tenía un tenue color azul debido al terminal de computador en el que estaba trabajando. Había tanto por hacer. E iban a contrarreloj.
Su viaje había comenzado tres días atrás.
Maldito Sarne, si no se nos hubiese escapado...

Hacía dos años que Ciro se había unido al Comando Page, un grupo de infiltración encargado de ayudar a planetas que aún se encontrasen bajo el yugo del Imperio. Después de la Batalla de Endor y la destrucción de la segunda Estrella de la Muerte, las fuerzas del Imperio comenzaron a menguar ante el avance de la Nueva República, quedando ahora pequeños reductos de resistencia.
Después de que el moff Sarne huyera de Kal’Shebbol, el último planeta en el que el Comando Page actuó, Ciro fue ascendido a capitán y puesto al mando de la Corbeta Corelliana, antigua propiedad del moff, que fue remodelada en escasas 28 horas y rebautizada como Estrella Remota.
Su misión era localizar y detener a Sarne, tarea nada sencilla ya que seguramente poseía más tropas en otros planetas y debido a que antes de huir, borró los únicos datos existentes del enigmático sector Kathol, situado en los límites de la sociedad galáctica. En la carta de astrogración que habían conseguido completar sólo tenían la posición de unos pocos planetas. Más allá estaba el espacio desconocido.

Y luego estaban aquellos objetos... Ciro había experimentado en sus propias carnes la extraña tecnología que poseía Sarne y la había resistido a duras penas. Aunque los altos mandos no creyeran en tales historias, los habían visto con sus propios ojos y Page le asignó la tarea de investigar lo que pudiera sobre ellos.

Keleman comenzó a repasar la lista de sus tripulantes.
Demasiados hombres.
No estaba a gusto con tantos hombres en la nave, pero era necesario. Necesitaban todas las manos disponibles. Se debían hacer constantes reparaciones en la nave y había mucho trabajo. Además de tener que cubrir todos los puestos y disponer de posibles reemplazos.

No fue difícil llenar la corbeta de hombres, sobretodo teniendo en cuenta que la salida del planeta llevaba prohibida durante muchos años.
Pero la masiva aglomeración, el agotador trabajo, la precariedad de las instalaciones y la dudosa reputación de algunos, hacían que la tensión creciera por momentos.

Luego echó un ligero vistazo al cargamento. Habían usado hasta el más mínimo rincón para cargar todo lo posible. Quien sabe cuanto duraría aquella misión y era algo muy improbable el que pudieran encontrar en el futuro componentes para reparaciones.

En ese momento el comunicador interrumpió sus cavilaciones.
- Señor, nos acercamos a Kolatill. Saldremos del hiperespacio en diez minutos.
- Gracias, teniente Thyte. Ahora iré para allá.
Ciro apagó el monitor y se levantó. Tuvieron que acabar los preparativos antes de hora por un mensaje de auxilio proveniente de Kolatill. Eso fue hace más tres días.
Mientras salía de la habitación rogó porque los bombardeos ocasionados por los TIE no hubieran provocado una carnicería.

(Esta escena podría haber ocurrido mientras la atención estaba centrada en otros personajes durante una partida de rol. O no...)

Estrella Remota

Keleman Ciro

Darryn Thyte

(Apañeros y hablando de recambios... Os recuerdo que ya os habéis cargado un Vaul. Así que tened más cuidadín)